Fundamentos filosóficos del Buen Vivir andino II

A pesar de que hemos señalado las profusas referencias al término Buen Vivir o a sus acepciones no es menos cierto que a la hora de buscar referencias bibliográficas que de forma sistemática y precisa recojan las bases teóricas del Buen Vivir sorprenda la escasez de estas, ya que la mayoría centran su atención en su carácter de paradigma alternativo al sistema capitalista o bien exaltan su posición biocéntrica frente al antropocentrismo difundido por el sistema dominante. Por esta razón coincidimos plenamente con A. Viola cuando se pregunta ¿Cómo es posible que estos conceptos de estar tan arraigados, no hayan aparecido en las cuantiosas etnografías realizadas desde mitad del siglo pasado? De forma que “las expresiones Sumak Kawsay o Suma Qamaña efectivamente hayan estado allí, hayan formado parte de los usos coloquiales del Aymara y del Quechua pero tal vez con una presencia mucho menos central en el lenguaje y en el imaginario social de la que se le atribuye actualmente; es decir, según esta hipótesis, podríamos encontrarnos ante un posible caso de tradición inventada”(VIOLA,2011:273) y ello a pesar de que el ex coordinador de Pachakutik (propuesta electoral de CONAIE) Jorge Guamán lo defina como “tradición andina milenaria que norma una convivencia armónica entre lo natural, lo individual y lo grupal ”. A resultas de lo anterior y ante la falta de referencias bibliográficas comparables, las obras de Javier Medina bajo los títulos “Suma Qamaña, la comprensión indígena de la Buena Vida” y “Suma Qamaña. Por una convivalidad postindustrial” serán los textos que usaremos de referencia aunque sabemos que no están carentes de críticas en tanto su visión reduccionista del mundo andino o por la escasez de referencias cuantificables sobre la práctica real de este Buen Vivir. Junto a ella, el número especial de América Latina en Movimiento: Sumak Kawsay, Recuperar el sentido de la vida de Febrero 2010 contiene a nuestro juicio, un interesante repertorio de textos que abordan desde la confrontación entre el paradigma occidental y un “Paradigma indígena originario” hasta la perspectiva económica para el acercamiento al Buen Vivir. Además utilizamos la obra de Mario Tórrez y Simón Yampara como principales ideólogos de la filosofía del Buen Vivir.
De la lectura conjunta de los textos anteriores puede extraerse que los conceptos fundamentales sobre los que se arguye esta visión del mundo andino se materializan en los conceptos de Dualidad, Complementariedad, Reciprocidad y Equilibrio. La construcción que estos autores realizan sobre la base de estos principios en un sistema general de intercambios, no sólo entre los propios miembros de la comunidad humana sino también de estos con el entorno, mantendría al sistema en su totalidad en permanente equilibrio concebido con el estadio de plenitud así “La vida va desde las células hasta llegar al Ayllu . Están hablando de la biosfera, y a saber, de equilibrio biosférico, pues es el equilibrio, justamente lo que produce bienestar.”(TORREZ,2001:52), por tanto resulta un corolario que la no observación de los principios relacionales implicaría una ruptura de este supuesto equilibrio general cuyas manifestaciones (ya sea en forma de calamidades ambientales o la aparición de enfermedades tanto físicas como inclusive anímicas en forma de avaricia, egoísmo, etc.) han de ser observadas por el hombre para atender a su inmediata reconducción. Simón Yampara sintetiza esta lógica del siguiente modo “ El Ayllu tiene cuatro dimensiones organizacionales: ordenamiento territorial, ordenamiento de la producción-económica, el ordenamiento cultural-ritual y el ordenamiento socio-político…Dentro del Ayllu (que es en sus propias palabras define como “la casa cósmica andina”) y con esos cuatro elementos se alcanza la suma Qamaña…si uno de ellos falla hay desequilibrio y, por tanto se puede entrar en el illaki pacha, o tiempo de sufrimiento” (YAMPARA,2005).El principio de la Dualidad es tratado por J. Medina asemejándolo al concepto de complementariedad de los opuestos, puesto que “la cosmovisión andina no es antropocéntrica ni newtoniana; es ecológica y cuántica y este paradigma de la complementariedad es el concepto lógico fundamental de la cosmovisión amerindia….una de las ocho cunas de la invención de la agricultura y la única que fue capaz de crear un eficiente sistema de seguridad alimentaria y social gracias a la utilización de la altura y las bajas temperaturas para conservar alimentos y del principio de reciprocidad para tejer una red social hipercompleja” (MEDINA, 2008:24, la letra redonda es nuestra). Es evidente, a mi juicio, que el concepto de complementariedad parte del supuesto de la no completitud del ser o mejor de los seres, de forma que cada parte precisaría del resto de elementos para alcanzar la plenitud y sólo actuando en cooperación y no en competencia esta podría alcanzarse ya que “La incompletitud de cada quien busca la simbiosis, que es el amparo y la reciprocidad…Cada quien, ya sea hombre, árbol, piedra, es tan importante como cualquier otro en la crianza cotidiana de la armonía.” (RENGIFO G, GRILLO E,2008:85). Junto a las categorías anteriores, el trabajo se manifiesta como el sistema que vertebra las relaciones sociales “El eje articulador del Buen Vivir es el trabajo” (LEON,2008:119), dentro de la comunidad o Ayllu siendo esta la célula básica de la estructura social andina por encima de la familia, si bien la concepción cultural del trabajo en el mundo andino, dista mucho del sacrificio, de la condena o como medio para obtener recursos que en la tradición occidental lleva aparejado . La minga o Minka ,referida al trabajo obligatorio y a la vez, ritual y festivo como expresión de la economía moral (dar, recibir y devolver) de Marcel Mauss(1923) que ha de desempeñarse en el Ayllu , no se sustentaría en las visiones coercitivas propias de la mentalidad occidental sino más bien en la visión de complementariedad, solidaridad y reciprocidad , entendida esta última como “el aceite de las relaciones intracomunitarias” (TORREZ,2001:49) “ Estos principios, permitirían alcanzar objetivos comunes, que de no extenderse a la generalidad de los miembros de la comunidad, generarían dificultades no sólo a esta como conjunto sino a los propios individuos como partes integrantes de la misma. Solidaridad y reciprocidad que pueden observarse hoy en las prácticas rituales de Maki Mañachi o Randi-Randi (ARGUELLO y CUEVA, 2009). De esta forma según Luis Macas “El sistema comunitario se sustenta en los principios del randi randi: la concepción y práctica de la vida en reciprocidad…y… del trabajo comunitario que se ha generalizado hoy por hoy en todos los pueblos…”(MACAS,2010;14) y además sería la base de este nuevo paradigma del Buen Vivir como afirma Fernando Huanacuni “La visión de que todo vive y está conectado, el principio comunitario, la reciprocidad y otros principios que se han mantenido y hoy están siendo referentes para encontrar un nuevo paradigma para vivir bien”(HUANACUNI,2010:18) Si algo caracteriza la visión andina del trabajo que se nos presenta en estos textos, es su ligazón con la propia felicidad individual: “ En el Vivir Bien, el trabajo es felicidad, desde el niño hasta el abuelo.” y por ende colectiva “…trabajamos por la complementariedad, porque todos somos hermanos, todos nos complementamos…” (CHOQUEHUANCA, citado por MEDINA,2008) “La Vida Dulce amerindia incluye el trabajo como algo bueno y positivo” (MEDINA,2008:34) ya que alzándose sobre los preceptos de Ama Killa (negarse a la pereza), Ama Llulla ( no mentir) y Ama Shua (no apropiarse de los frutos del trabajo ajeno) permiten conceptualizar al trabajo como la raíz de la felicidad; así la unidad del trabajo sobre la base de estos principios fundamentales permitiría definir el Vivir Bien ,como expresa Rafael Puente “ …Este es retomar la reciprocidad del trabajo…basarse en el ama sua, ama llulla, ama qhilla… ” La ritualidad y el carácter festivo del trabajo puede encontrarse representado en el siguiente fragmento extraído de la Historia Natural y Moral de las Indias del padre Acosta “…pero la mayor riqueza de aquellos bárbaros Reyes era ser sus esclavos todos sus vasallos, de cuyo trabajo gozaban a su contento…no se les hacía servidumbre ..iban todos, sin excepción, á trabajar,…diciendo cantares… ”. Según esta visión idealizada del concepto de comunidad, el trabajo en su vertiente tanto colectiva como individual y regido por los principios anteriores, permitiría alcanzar el equilibrio que mediante las relaciones existentes, se trasladaría al resto de componentes del sistema alcanzando la estabilidad de la estructura. Además esta visión del trabajo resulta respetuosa con el entorno natural en el sentido de aprovechamiento mínimo, derivado de la propia cosmogonía andina en cuanto interrelación de la tríada de comunidades : Runa, Sallqa y Waka, en palabras de Javier Medina “…el trabajo es contemplación, meditación y celebración y la Chacra deviene, por ello mismo, en el principal lugar de culto del hombre andino y, por tanto, en el punto de encuentro, diálogo e intercambio de las tres comunidades que componen el Ayllu…Por este carácter animista, el trabajo, en los Andes, no lleva a violentar al medio natural.”(MEDINA,2008:35) Precisamente la identificación de los elementos naturales con filiaciones humanas les permite, amén de un diálogo completo con ellos, un sentimiento de respeto, veneración y pertenencia ya que la montaña no es sólo un espíritu en sí y morada de otros, también es una abuela a la que se quiere y se respeta, a la que se reverencia y se pide generosidad para obtener de ella aquello que el hombre necesita. La tierra es una madre (Pachamama ) a la que se debe respeto, por ello los sacrificios, entendido como los rituales de pago a la misma y destinados a solicitar el permiso necesario para acceder a sus dones y agradecer posteriormente su fecundidad, mantienen el equilibrio y el orden natural de las cosas. En definitiva, la reciprocidad, tanto a nivel humano como de estos con el entorno, insertada en un sistema de relaciones complejas y múltiples, ordenaría según estos autores, la visión de estos pueblos en virtud de un equilibrio que de forma natural no tiende a su fractura.

ALEJANDRO MASSONI AGUINAGA