Las Otras Sociedades III

Es muy posible que las primeras agrupaciones sociales humanas durante el paleolítico se desarrollaran bajo el prisma de sociedades cazadoras-recolectoras de tipo nómadas. Una vez afianzado lo que conocemos como La Revolución del Neolítico las economías pasaron a ser productoras, es decir activas en el proceso generador de recursos mediante el uso de la agricultura y la ganadería y por tanto tuvieron que convertirse necesariamente en sedentarias. Sin embargo la propia naturaleza humana conlleva procesos de adaptación múltiples a los distintos entornos posibles y por ello al analizar las diferentes sociedades que se generaron a raíz del proceso anterior comprobamos que existen diferentes grados de adaptación y una amplia tipología de economías mixtas.
Posiblemente los dos eco tipos más emblemáticos de sociedades conformadas tribalmente sean las de tipo agrícola forestal y las sociedades pastoriles, estableciéndose sin embargo, una relación dialéctica entre ellas.
Por sociedad agrícola forestal entendemos aquellas que practican la agricultura de Tala y Quema, es decir, la tala del medio selvático y su posterior uso como campo abonado para la plantación estacional de cosechas. Estas economías  presentan diversas expresiones en el tiempo y el espacio que van desde las quemas de los aborígenes australianos hasta la milpa maya parece ajustarse a una marcada estacionalidad climática de períodos secos y lluviosos. Este sistema, cuya repercusión medioambiental no está siendo cuestionada, implica la necesidad de amplitud territorial para poder llevarlo a cabo en tanto que la tierra ha de permanecer en barbecho hasta su recuperación. Así la extensión de los terrenos de cultivo implica poblaciones muy dispersas y por tanto con baja concentración poblacional, lo cual es indicativo agrupaciones sociales basadas fundamentalmente en vínculos de parentesco, en la familia. Es pertinente destacar que en la mayoría de los casos, del que la cultura maya es una notable excepción, este tipo de sociedades no alcanza un nivel de progreso tecnológico similar al de otras sociedades basadas en una agricultura de irrigación, teniendo que entender la afirmación antedicha sin ánimo de entender la historia de las culturas desde un punto de vista evolutivo.
La propia dispersión de los habitantes en un entorno hostil, implica una desconexión comercial y por ende de un trasvase cultural salvo en aquellos puntos próximos a los cauces de los ríos que funcionarían en este caso como una autopista de la cultura tanto material como inmaterial.
En este tipo de sociedades así presentadas, la autoridad del Jefe no sobrepasa los límites de su propia comunidad por lo que no se desarrollan estructuras sociales interconectadas. La relación familia/suelo se ajusta de forma automática pues en caso contrario la presión demográfica conllevaría necesariamente a la competencia entre los miembros de una misma organización social y es por ello que la figura del jefe surja y disponga una distribución coherente de la misma solucionando los problemas que pudieren causarse por las variaciones de población. Quizás uno de las prácticas más habituales en estos casos, sea vincular la familia a un territorio de cultivo (véase una milpa) mediante la identificación de la mujer con la misma. La División sexual del trabajo conlleva la idea de una mujer necesariamente asentada en las labores de cultivo y por tanto “considerada por estas sociedades como vínculo con la tierra” mientras que el hombre por su construcción social de cazador y guerrero se entiende necesariamente desvinculado de ésta y por tanto de naturaleza seminómada.
En cualquier caso no es menos cierto que existen acuerdos, alianzas o pactos recíprocos entre distintas tribus de economías agrícolas-forestales que permitirían delimitar la competencia zonal o las incursiones de los nómadas en sus territorios aunque dichos acuerdos, no deban entenderse como generadores de agrupaciones pantatribales.guinea-tribu-300x225

 

ALEJANDRO MASSONI AGUINAGA.